«Lo que intento decir es, si yo puedo cambiar, y tú puedes cambiar, todos pueden cambiar» – Rocky
Cambiar no es fácil. Sabemos que debemos comer mejor y movernos más, pero no lo hacemos. Ya he hablado de uno de los motivos: ausencia de una filosofía personal. Hoy hablaré de otro factor muy importante: tu identidad no está alineada con tus objetivos.
Tus acciones son un reflejo del tipo de persona que crees ser. Por tanto, tu comportamiento está muy influenciado por tu identidad (estudios). A su vez, tu identidad está muy relacionada con tus motivaciones, con las cosas que dan significado a tu vida.
La mayoría de personas definen objetivos pensando únicamente en términos de apariencia («quiero perder 10 Kg«) o desempeño («quiero levantar 100 Kg en press de banca«). Ambos objetivos son válidos, pero por sí solos no suelen generar un cambio de comportamiento duradero.
El cambio verdadero se produce desde dentro hacia fuera. Un cambio de identidad produce comportamientos que te hacen mejorar tu desempeño y finalmente tu apariencia.
Si quieres cambiar realmente tu vida, debes cambiar tu identidad y aportar significado al cambio.
Entrenamiento, significado e identidad
Los gimnasios tienen todo lo que necesitas para entrenar. Todo menos lo más importante: un motivo.
Nuestros ancestros no necesitaban fuerza de voluntad para moverse. La naturaleza proveía las mejores motivaciones: supervivencia y procreación. Te movías o morías.
En el mundo moderno, el movimiento y la fuerza ya no son necesarios para sobrevivir ni procrear. Cuando nuestras principales motivaciones desaparecen, no encontramos la inspiración.
Y el enfoque convencional de la mayoría de gimnasios no ayuda:
- Circuitos de máquinas robóticas, con la misma trayectoria y el mismo rango de movimiento, una y otra vez.
- Trabajo repetitivo a intensidades constantes.
- Ejercicios de aislamiento, entrenando músculos separados.
- Movimientos abstractos, desconectados de cualquier funcionalidad real.
- Tablas de series y repeticiones prefijadas, sin incertidumbre. Cada día sabes lo que toca al día siguiente.
- Cerebro distraído. El movimiento no dirigido por una motivación con significado es una anomalía evolutiva para tu mente. Se pregunta por qué gastas energía. No ve enemigos que derrotar, estatus que ganar ni comunidad a la que aportar.
- Las reglas del gimnasio (escritas o implícitas) son tan restrictivas como sus máquinas: no hagas peso muerto porque el ruido molesta, no grites, no sudes (toalla obligatoria), evita el contacto físico con otros…
Todo esto explica por qué los gimnasios se llenan en Enero (cuando la gente se marca objetivos superficiales) y se vacían en Febrero (cuando la monotonía del gimnasio supera las débiles motivaciones iniciales). El propio modelo de negocio de los gimnasios depende de esta dinámica: gente que paga pero nunca va. No tienen incentivo para cambiar.
La única motivación que ofrece el gimnasio es estética, de ahí los espejos en todas las paredes. Pero durante millones de años no teníamos ni idea de nuestra apariencia. La motivación puramente estética es frágil. De hecho ligar tu identidad a tu estética es peligroso, y es precisamente a lo que nos empuja la industria, especialmente a las mujeres.
La solución no está en cambiar únicamente los ejercicios y el entorno. Necesitas además una nueva motivación y una nueva identidad.
Veamos un par de ejemplos.
¿Por qué ha tenido éxito CrossFit? Algunos creen que triunfó porque cambió nuestra forma de entrenar, pero lo más importante es que cambió nuestra forma de pensar. Ha sido más una revolución psicológica que fisiológica.
Ha sabido explotar nuestra identidad ancestral y recrear motivaciones inherentes a nuestros genes:
- Variabilidad en los movimientos y las intensidades, empleando grandes grupos musculares. Mucho más alineado con los desafíos que presenta la naturaleza.
- Lenguaje y simbología propia. Los símbolos crean identidad. Además de la terminología, muchos entrenamientos (WODs) tienen nombre, no son colecciones arbitrarias de ejercicios abstractos.
- Nombres con significado. Algunos nombres de WODs son de militares caídos en combate. Si alguien dio la vida luchando por su país (su tribu), lo mínimo que puedes dar tú es el máximo esfuerzo posible.
- Competencia. Somos competitivos por naturaleza, buscamos el estatus. Más estatus significaba más recursos y más probabilidades de procreación. Ver nuestros números expuestos públicamente en una pizarra nos motiva a esforzarnos. Nuestro cerebro tiene un objetivo claro.
- Colaboración. El éxito del grupo es nuestro éxito. Hago mi mejor esfuerzo pero ayudo a los demás a superarse.
- El sudor no sólo está permitido, es requerido, indica que has hecho tu parte por la tribu. Su mascota es un payaso vomitando. Ya sabes lo que se espera de ti.
- No llama miembros a las personas, sino atletas. Cuando te llaman constantemente atleta, tu identidad cambia, y por tanto tu comportamiento. Empiezas a actuar como un atleta.
Desde un punto de vista fisiológico, CrossFit tiene carencias y riesgos (minimizables con un buen coach), pero desde el punto de vista psicológico, de identidad, es perfecto.
Otro ejemplo: las carreras de obstáculos. Hasta hace poco, la única gran prueba que generaba emoción colectiva era la maratón. Tiene cierta simbología e historia (Filípedes dio su vida por la carrera) y representa un buen desafío. Pero el día después de la carrera no hay mucho de lo que hablar más allá del tiempo que tardaste en completarlo.
Las carreras de obstáculos van un paso más allá. No desafían únicamente tu capacidad cardiovascular, sino todo tu cuerpo. Recrean un entorno más similar a nuestro hábitat natural, con barro y obstáculos impredecibles, en vez de 42 Km de asfalto constante. Eres parte de un equipo con un objetivo claro. Tu cerebro se involucra al máximo. Cada golpe y cada caída será una historia que comentar al día siguiente.
No propongo que hagas CrossFit ni te apuntes a la próxima Spartan. Son simples ejemplos para ilustrar mi mensaje: tu identidad y motivaciones definen tus resultados.
¿Cómo debe ser tu identidad para tener éxito? Debes verte como alguien que:
- Tolera la incomodidad y entiende que los desafíos le hacen fuerte.
- Cumple con su tribu y aporta su máximo esfuerzo.
- Honra su pasado ancestral desarrollando el potencial de su cuerpo.
- Representa un ejemplo para sus pares y su descendencia, manteniéndose fuerte para jugar con sus nietos.
Adopta esta identidad e incorpora motivaciones adecuadas en tu entrenamiento. Los resultados de estética y desempeño vendrán como consecuencia.
Tu comida y tu identidad
Las recomendaciones oficiales han convertido la alimentación en abstracciones: calorías, macronutrientes, micronutrientes…
Es el mismo enfoque reduccionista y mecánico que vemos en el gimnasio. Durante millones de años, lo único que conocíamos eran alimentos. Sabíamos que unos nos hacían bien y otros mal.
Ahora nos dicen que no hay alimentos buenos ni malos, y que sólo importa el balance energético.
Esta visión de la nutrición es poco inspiradora. ¿Quién se motiva contando calorías y macros? Son datos científicos pero vacíos. Medibles pero poco memorables. No generan un cambio en tu identidad ni aportan ningún significado a tu vida. Como resultado, lo harás un tiempo, hasta que te canses.
Un cambio de identidad es lo que convierte una simple dieta en un estilo de vida. ¿Cómo cambiar tu identidad en relación a la alimentación? Interiorizando mensajes como los siguientes:
- Valoro mi cuerpo y me preocupo por el tipo de alimentos que ingiero.
- Favorezco alimentos frescos, alineados con lo que mis genes esperan.
- Estoy conectado con mi hambre natural. Mi frecuencia de comidas es intuitiva y agradezco ayunos intermitentes de vez en cuando.
- Exploro la riqueza de los sabores naturales y no me dejo engañar por los aditivos y productos adictivos de la industria alimentaria.
- Cocino a partir de ingredientes frescos de temporada, me preocupo de dónde vienen y cómo se producen.
- Transmito un legado y unas costumbres a mis hijos, a través de la comida. Alimento no sólo su cuerpo, también su espíritu.
Si ves la alimentación no sólo como cosas que haces sino como parte de lo que eres, el cambio será más fácil, tendrá más significado.
Acciones e identidad
Hemos visto cómo tu identidad define en gran parte tus acciones, pero la relación es bidireccional. Tus acciones influyen a su vez en tu identidad.
¿Cómo puedes fortalecer la identidad correcta? Empieza definiendo el tipo de persona que quieres ser y realiza después acciones que lo demuestren.
Si parte de tu identidad es «Soy una persona que entrena cada día«, y cada día empiezas a hacer algo de ejercicio, esa identidad se refuerza (estudio).
A su vez, al reforzar la identidad de «soy una persona que cuida su cuerpo«, será más fácil realizar las acciones que concuerdan con dicha identidad, y así sucesivamente. Es un círculo virtuoso que transformará tu cuerpo y tu vida.
Si el tipo de persona que quieres ser está muy alejado de tu identidad actual, empieza con acciones pequeñas. Define un mini-hábito con el que puedas comprometerte. En vez de marcarte el objetivo de «entrenar una hora al día«, limítate a «hacer una flexión al día«.
Tu cerebro no pondrá excusas ante una acción tan pequeña, y psicológicamente se anotará una victoria, que reforzará tu identidad de «soy alguien que hace actividad física cada día«.
Además, es muy probable que una vez que empieces con la primera flexión, hagas muchas más después. El primer paso suele ser el más difícil.
Sin caer en dogmas
Alinear tu identidad con tus objetivos es una gran estrategia para lograr un cambio efectivo y permanente, pero tiene un riesgo: el dogmatismo.
En algunos casos, tu nueva identidad se fortalece tanto que interpretas cualquier cuestionamiento como un ataque personal. Te vuelves rígido y defensivo. Ignoras la evidencia que contradice tus ideas y te aferras a tus creencias. Pierdes perspectiva y contacto con la realidad.
Todo llevado al extremo se convierte en su opuesto. Al igual que muchos libertadores se transforman en dictadores, una identidad no balanceada con la realidad se convierte en dogma.
Desarrolla una identidad que represente quien realmente quieres ser y como realmente quieres vivir, pero no la conviertas en una prisión. Revisa constantemente tus acciones y tus resultados.
Como decía Bruce Lee «Absorbe lo que te sea útil, descarta lo que no, y añade lo que es exclusivamente tuyo«.